Translate

viernes, 3 de mayo de 2013

¿Atrapado en ti mismo?

   En ocasiones el camino parece ser tan adverso que uno comienza a dudar si realmente vale la pena todo el sacrificio para conseguir nuestros sueños. Sensaciones como la ansiedad o la desesperación aparecen muy a menudo y no es para menos, vivir en un mundo tan veloz no deja mucho tiempo para una verdadera contemplación de los sucesos ni da el espacio para detenernos a meditar todo lo que acontece en nuestras vidas.
   Además de que vivimos en un mundo cada vez más rápido, también existe una sensación consumista de todo lo que nos rodea, parece que nada se puede quedar el suficiente tiempo (o no somos capaces de conservarlo) como para que adquiera un valor verdadero que perdura a través del tiempo. Esto, entre muchas otras cosas más, produce una sensación de vacío, de que nada es capaz de llenarnos como seres humanos.
   Creo firmemente en que somos una herramienta y no una prisión, que la única manera de que esta vida valga la pena, es poder tener un buen camino que nos guíe a cualquier lado pero que nos conserve tranquilos y que donde sea el lugar al que nos lleve, podamos sentirnos felices. La manera más rápida que conozco para hacer esto es también la más dolorosa, pero la más efectiva. Ir detrás de nuestros miedos, abrazarlos, darles la vida que les corresponde, pues finalmente son parte integral de nosotros. Somos nuestros aciertos tanto como nuestros errores, somos nuestras victorias tanto como nuestras derrotas. 
   El miedo es la mayor de las emociones dañinas de nuestra vida, nos hace presos de nosotros mismos y no nos deja movernos, pero al encararlos podemos descubrir muchas veces como la mayor parte de ellos son miedos infundados, creados por la imaginación y la tendencia de hacer todo una catástrofe. Vale la pena verlos y dejarnos caer en ellos, regresarlos a la vida para que puedan irse al fin. Cualquier situación de miedo es una oportunidad de crecimiento, cualquier cosa que nos mueva de la zona de confort es una oportunidad de avanzar, sufrir es parte del camino, así que sólo se puede sufrir y amargarse o sufrir y crecer.